miércoles, 17 de diciembre de 2008

VOLANTINES EN EL CIELO PAMPINO




El libro "The Kite Runner" de Khaled Hossein (Cometas en el cielo) relata la historia apasionante de dos niños afganos, Amir y Hassan cuyas vidas, hasta la edad de adultos, se entretejen en los sucesos históricos de Afganistán...cuando niños se entretenían elevando volantines...y toda una larga historia de amistad mezclada con la historia del país...
Cuando más entretenida estaba en medio de la lectura SALIERON VOLANDO LOS COMETAS DE MI NIÑEZ EN LA PAMPA, EN BAQUEDANO...y aparecieron los niños de entonces que elevaban volantines en una lomita en donde gracias a que los vientos eran fantásticos, los volantines se podían elevar hasta "más allá de donde volaban los jotes"...y apenas eran un puntito en la inmensidad del cielo azulado de la pampa. , Era un juego de chicos, pero siempre habíamos algunas niñas que igual elevábamos cometas con resultados no tan brillantes como los de los chicos. Las competencias eran para los niños más audaces o más mayores porque se competía con lienza "curada", para poder echar a pique al volantín rival.
La dirección del viento de la tarde y la posición del sol hacía posible competir en condiciones espléndidas y era hermoso ver los volantines como aves de colores en el cielo azul de la pampa baquedanina.
Una tarde, en plena competencia, nos pilló un temblor de respetable intensidad que nos obligó tirarnos al suelo en esa lomita que se movía bajo mis pies. Por mi cuerpo de niña sentí la energía que subía desde abajo con el ruido que sólo hace la Tierra cuando algo se mueve en sus entrañas maternas. Cuando todo pasó algunos volantines se perdían en el cielo y otros caían a pique allá a lo lejos. Nadie corrió a buscar sus tesoros voladores, y todos salimos apretando cachete y con las patitas pa que te quiero en dirección a nuestras casas.
Tuvimos tema para muchos meses y cada vez que temblaba me acordaba de esa tarde cuando los volantines se fueron libres por el azul del cielo...

Tengo más que contar sobre el tema, pero lo dejo para otra oportunidad.
Ahora me despido con una sonrisa alegre, tan alegre como la que tenía cuando miraba los volantines en el cielo pampino de mi niñez.

PAMPINA

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