EL MAESTRO PLAZA

Abastecedor de agua para el tonel del agua de la carreta
del Maestro Plaza y para abastecer de agua las máquinas y
coches de los trenes. (IMAGEN CEDIDA POR JOSÉ, DE ANTOFAGASTA QUE TOMÓ ESTA FOTO EN UNA VISITA A BAQUEDANO HACE ALGUNOS AÑOS ATRÁS)


Viví en Baquedano hasta 1966-67 y de todos esos años vividos allí conocí de cerca o de lejos a muchas personas que son dignos de recordar. Siempre me conmovió en especial un hombre boliiviano que se afincó en el pueblo y que se convierte aquí en un personaje de leyenda.No recuerdo haber escuchado su nombre completo alguna vez, pero todo el pueblo le conocía simplemente como el Maestro Plaza. Era un hombre sin edad que abastecía de agua al pueblo cuando aún el agua potable era tan escasa y valiosa como el mismíso oro. Era un personaje que nadie podía ignorar en el pueblo porque casi todos necesitaban de sus servicios sino a diario, varias veces por semana.Las casas del sector ferroviario contaban con agua potable, pero no así todas las casas del pueblo.

El maestro conducía su carreta al estanque del sector ferroviario y llenaba el tonel de su carreta, luego se regresaba al pueblo y distribuía el agua en baldes desde su carreta a las tinas o toneles de agua en las casas. Pocas veces alguien le ayudaba en su trabajo. Èl vivía de vender el agua que a su vez compraba del ferrocarril.  El Maestro Plaza caminaba siempre mirando al suelo, al igual que la mula que tiraba su carreta...y si algo lo distinguía en especial era eso de ir siempre con botas de goma que arrastraba como si le pesaran muchos kilos.

Era tan conocida su costumbre de arrastrar los pies, que cuando otra persona en el pueblo empezaba a arrastrar los pies, se le decía: "Ya pues Maestro Plaza, levanta las patas!", algo que no se le decía al mismo hombre. Nadie se tomaba ni le daba confianza a ese hombre taciturno y trabajador.

Vivía con su mujer, también boliviana, en una casa que estaba construída en la parte trasera dl pueblo, con vista a los basurales de ese sector pueblerino. No se les conocía ni familiares ni amigos. La mujer no salía nunca, ni siquiera a comprar...le pagaban a algún menor que iba con una lista por los encargos de la mujer o lo hacía personalmente el hombre. Siempre me he preguntado si acaso ella estaba enferma, era tímida o simplemente no quería enfrentarse a la gente del pueblo, que como todo el resto de Chile, veía con recelo y hasta con enemistad a los bolivianos. (Y es que entonces sólo habían transcurrido 80-85 años desde la guerra de 1879 que transformó a la actual segunda región en territorio chileno...)Personalmente nunca vi o escuché que alguna persona le discriminara por su condición de extranjero, pero si que escuché a muchos niños entonar frases despreciables en contra los bolivianos...lo que indica que algo tenía que rumorearse en las casas pueblerinas. (No lo podían haber aprendido de la teve, porque aún no llegaba a esas latitudes.)

En mis ojos de niña lo veía como un hombre mayor, más aún cuando arrastraba los pies (que era cosa de viejitos, pero ese hombre puede haber tenido entre 35 a 45 años. Sentía y aún siento curiosidad de esa pareja...de qué hablaban, qué habían dejado atrás, qué sueños le llevaron a Chile, qué sueños le quedaban en ese tiempo...y qué fue de ellos????...


Cuando el pueblo tuvo acceso al agua potable, se le mermó el trabajo al Maestro Plaza, pero siguió llevando agua a los que no tenían economía suficiente como para pagar la instalación de cañerías en sus casas.


No eran muchos bolivianos que vivían en Baquedano, sólo ellos dos y la mujer de un oficial del registro civil de aquellos tiempos. Los bolivianos los veíamos más como pasajeros que viajaban ida y regreso a Bolivia en los trenes, en los que viajaban desde y hacia Calama...y muchas contrabandistas que salían arrancando a esconderse y dejaban sus mercaderías tiradas cuando llegaban los verdes a perseguirlas en cuanto bajaban del tren...pero eso es para otra historia.

Ahora les dejo con una sonrisa deseándoles que sean felices
PAMPINA